El diseño hidrológico de las fincas contribuirá considerablemente a que alcancen su máximo potencial de retención de agua de lluvia en el suelo. Todo comenzará con una cuidadosa observación del terreno en los días de lluvia, para entender el movimiento del agua y localizar los llamados puntos clave, situados en el cambio de zonas cóncavas para convexas. Estos constituirán los lugares de captación hídrica inicial. Los caminos de acceso también podrán utilizarse para recoger el agua hacia los puntos clave. Al mismo tiempo, las aguas grises de las viviendas también serán aprovechadas, una vez hayan pasado por un proceso de filtración y depuración. 

Los paisajes de retención hídrica permiten que el agua recorra la mayor superficie posible, desde su localización más alta hasta la más baja, infiltrada en el suelo, sin generar erosión, hasta llegar al lugar, o los lugares, de retención, que puede ser un humedal, una alberca o una biopiscina. Desde allí continuará fluyendo en arroyos, ríos o acuíferos, pues su naturaleza es la de no quedarse parada. De esta manera se consigue también frenar la pérdida de suelo fértil año tras año, pues se produce una acumulación de sedimentos.

Los métodos para la restauración del ciclo del agua en un terreno son diversos y deben combinarse unos con otros, desde terrazas, charcas, zanjas de infiltración, línea clave o acequias. El objetivo para rehidratar el agua de la cuenca siempre es el mismo y se alcanzará de manera progresiva a lo largo del tiempo: retener el agua, distribuirla e infiltrarla en el suelo, detener la erosión, almacenar el excedente y permitir que el agua sobrante migre. La clave del éxito estará en acompañar estas técnicas junto con el objetivo primordial de restaurar la fertilidad del suelo, pues solo un suelo sano es capaz de optimizar la absorción de agua.

La diversidad de materia orgánica en todos sus niveles de descomposición mantendrá una temperatura más fresca en el suelo que la de su ambiente, esto es clave para que el agua se infiltre en el suelo. Ello se logrará también con la presencia de agroecosistemas diversificados creando espacios con la mayor biodiversidad posible, con presencia de vegetación en varias alturas, herbáceas, arbustos y árboles. Solo así, la humedad creada en el ambiente por la evapotranspiración de las plantas, no se perderá cuando haya viento seco, y el agua penetrará nuevamente en el suelo gracias a un gradiente descendiente de la temperatura. 

A medida que los porcentajes de materia orgánica vayan aumentando en el suelo, también lo hará la absorción de agua, hasta alcanzar su potencial máximo de retención, dependiendo cada vez menos de aportes externos de riego, hasta prescindir completamente de ellos. De esta manera se habrá alcanzando la completa soberanía hídrica, las tierras se habrán transformado en vergeles. 

Los paisajes de retención hídrica son clave para transformar los actuales desiertos verdes de monocultivos, que se extienden a lo largo de toda la Península Ibérica, en verdaderos oasis, tal y como hizo la cultura andalusí. El trabajo en comunidad y la presencia de los humanos en los entornos naturales será fundamental para que reaparezca el agua y la vida en la naturaleza. Por ello es necesario que, además de la retención en las fincas, también se haga a nivel municipal, regional en las subcuencas y abarcando la totalidad de la cuenca hidrográfica.